Agrupación para la difusión de la obra del poeta, del barrio de Floresta, Don Enrique Dizeo y la de los poetas actuales.
Es premisa, de la Agrupación Enrique Dizeo, fomentar la poesía en los jóvenes y sembrar la semilla de la escritura para que en Argentina vuelvan a aparecer los grandes hombres de las letras que supimos tener.
Blog dedicado a la memoria de Don Luis Trucco

martes, 19 de noviembre de 2024

A 121 años del natalicio del esquinense Moisés Vigliecca.

 

Poeta, autor y compositor.


Moisés Vigliecca nació en Esquina, Provincia de Corrientes el 19 de Noviembre de 1903.


 


En su adolescencia comenzó su vocación por las letras publicando sus primeros poemas en su etapa escolar. A finales de la década del 30 se radicó en Buenos Aires donde se relacionó con los pioneros del chamame como Marcos Herminio Ramírez, conformó a finales de esa década, el "Cuarteto Ramírez - Vigliecca", una de las primeras agrupaciones correntinas en realizar grabaciones para el sello "RCA Víctor".


 


En estos registros Moisés Vigliecca participó como glosista además de aportar obras de su autoría como "Elenita", "Mi entrerrianita" y "María Enriqueta". En esta etapa publicó sus poemas en medios de la época firmando como "Sombra de Selva".


 


Posteriormente colaboró con otros artistas como Tarrago Ros, junto a quien compuso la chamarrita que les pertenece “Quere pa’ café o té” grabada por el "Rey del Chamame" en su disco “Fiesta en el campo” del año 1965.


 


El 10 de Noviembre de 1998 a instancias del poeta Constante Aguer, se erigió en la Plaza Pescio de su Esquina natal una placa donde se recuerda a los pioneros chamameceros esquinenses con la inclusión de Moisés Vigliecca.


 


Moisés Vigliecca falleció  el 27 de agosto de 1989.

Hace 139 años nacía Josué Quesada.

 

Escritor y periodista reconocido por sus novelas dedicadas especialmente al público femenino.


Nació en Buenos Aires, el 19 de noviembre de 1885. Escribió un gran número de novelas cortas que aparecían en publicaciones de bajo precio que se vendían en quioscos y con tiradas a bajo precio, tal como la titulada La Novela Semanal. Esta colección, fundada en 1917 tenía el objetivo de ofrecer novelas baratas, de fácil lectura, de autores nacionales, logrando constituirse en el paradigma de la literatura popular de la época. Como tal, no estuvo exenta de polémicas con círculos literarios academicistas o conservadores.​ Este autor se dedicó a escribir sobre todo novelas sentimentales ambientadas en la gran ciudad. Entre estas: La vendedora de Harrods (1919, que en 1921 se haría una exitosa película muda, La vendedora de Harrod's), La costurerita que dio aquel mal paso (1919), La institutriz: comedia dramática en tres actos (1919), Una mujer sin corazón (1919), La chica que quiso ser buena (1921), Cuando ella volvió (1921), El derecho a la dicha (1922), La rubia de los ojos verdes (1922), Mujercitas (1922), La mujer que se acordó de su sexo (1922; ambientada en Santa Cruz luego de las huelgas obreras de 1921 conocidas como la Patagonia rebelde), Una reliquia de amor: novela (1923), Las atormentadas (1923), Mi primera novia y otras historias de amor (1923), Manchas de sangre. Novelas de amor y misterio (1924), Ídolos que pasan (1924), Almas de mujeres (1926), Muñecas de placer (1927), El derecho de amar (1928), El único amor de Don Juan: novela corta original e inédita (1941), Una mujer de su tiempo (1935) y El pecado de todas (1935).​


Llegó a ser un autor muy difundido, especialmente después que su novela La vendedora de Harrods fue llevada a la pantalla dirigida por el dramaturgo Francisco Defilippis Novoa con la actuación de la joven Berta Singerman en 1920. Fue muy criticado tanto por el Grupo de Boedo, que estaba constituido por escritores que querían lograr una literatura más accesible pero no con ese público ni con la finalidad de mero entretenimiento, como por los escritores del Grupo de Florida que buscaban una literatura más refinada. ​


Trabajó en periodismo radial y publicó notas en medios gráficos, incluida la revista El Hogar, de la que llegó a ser subdirector.


En el Conservatorio Labardén, un instituto privado de enseñanza artística, fundado en 1907 por Gregorio de Laferrère del que fue director Calixto Oyuela, Quesada fue Secretario alternándose con personalidades como Enrique García Velloso y Juan Pablo Echagüe.​



En cuanto a su actividad política, esta se encontró dentro del nacionalismo, especialmente junto con Manuel Carlés. En tal sentido, se desempeñó como secretario de Carlés cuando éste fue interventor en Salta (en 1918) y en San Juan (en 1922). También fue secretario de la Liga Patriótica Argentina mientras Carlés fue presidente. Mientras fue secretario de esta organización protofascista, realizó junto con Manuel Carlés una recorrida por las poblaciones de la Patagonia. Esta la emprendieron los levantamientos obreros en el territorio de Santa Cruz y la conocida represión que pasó a denominarse Patagonia Rebelde o Patagonia Trágica. En esta, entre unos 1000 y 1.500 obreros fueron fusilados o muertos por el ejército argentino. Esta gira estuvo motivada por los propietarios de estancias del sur que habían recurrido a los auxilios de la Liga Patriótica para la formación de brigadas -grupos parapoliciales- para la defensa de sus propiedades. De esta forma, Carlés y Quesada emprenden realizan varios eventos propagandísticos en: Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado, Puerto San Julián, Puerto Santa Cruz, Río Gallegos​ y Ushuaia, logrando crear o reforzar unas 250 brigadas en los territorios del sur.​


Años más tarde fue prologuista de un libro publicado en 1950 por el exgobernador interino de Santa Cruz, Edelmiro Correa Falcón; quien fue presidente de la Sociedad Rural de Río Gallegos durante las huelgas de Santa Cruz de los años 1920 y 1921.​


Falleció en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1958.

jueves, 14 de noviembre de 2024

A 128 años del natalicio de José Rial.

 

Letrista.

Algún periódico de su barrio, Parque Patricios, le publicó sus primeros versos, después unido al cantor y guitarrero Guillermo Barbieri, a quien conocía desde la niñez, dio a publicidad su primogénita canción, el inolvidable vals “Rosa de otoño (Rosas de otoño)” que es sin duda alguna su mejor obra. Por este vals intimó con Carlos Gardel para quien escribió buena cantidad de canciones que el cantor inmortal, retribuyendo la gran amistad, grabó en la cera del disco: “Rosa de otoño (Rosas de otoño)”, “Pobre amigo”, “Preparate pa'l domingo”, con la colaboración musical de Barbieri; “Resignate hermano”, con música de José Ricardo y el mismo Barbieri; “Ebrio”, “Primero yo”, “Corazoncito (Ñafa)”, con músicas de Rafael Rossi; “Hágame el favor” y “Se llama mujer” con músicas propias.


Al cantor le gustaban mucho sus letras por lo cual prometiole grabar otras pero que al final quedaron en el olvido: “La casita blanca”, “Flores azules”, “Doña Rosario”, “La picardía”, con músicas de Barbieri; “Buena pilcha”, “Ponete paquete” con las de Rossi; “No la contés grande” con Luis Visca; “Serpentina doble” con Vicente Spina; “Poncho castaño” con música de Miguel Bucino. Varias de las citadas fueron grabadas por el dúo Ruiz-Acuña, a cuyos integrantes dedicó unas hermosas décimas, en el año 1928.


La revista La Canción Moderna, en su número del 4 de marzo de 1929, reproduce un reportaje que le hiciera y a las diversas preguntas sobre nuestro arte popular expuso juicios acertados, de los que creemos más interesantes son los que siguen:


P: ¿Qué opina del tango?

R: El tango es el perfume de la vida: Unas veces por bueno y otras por malo, no podemos pasarla sin saborearlo.

P: ¿Cuáles de sus producciones valen más?

R: El vals “Rosa de otoño”; permítame que lo llame el precioso vals. Es mío y de Barbieri y vuelto a grabar en París por Carlitos Gardel, resulta una pieza admirable.

P: ¿Cancionistas?

R: Me deleito de placer oyendo a Rosita Quiroga con todo su bagayo de guapas interpretaciones.

P: ¿Cantores?

R: Como maravilloso, Gardel, después Corsini, Ruiz y Acuña...


La estrecha y querida amistad que tuvo con Gardel en la vida, quizá siga gozándola en el más allá, pues cerca del mausoleo del cantor en la Chacarita está la bóveda que guarda sus restos y aniversarios hubo en que idólatras de Carlitos unieron ambas tumbas con guías de flores.


Tocaba guitarra y cantaba con muy buen gusto.


Rial nació en Buenos Aires (Parque de los Patricios) el 14 de noviembre de 1896 y allí falleció el 8 de julio de 1954.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

A 113 años del natalicio de montense Afner Gatti.

 

Poeta, guitarrista y compositor.


Hombre de la provincia de Buenos Aires, nació en San Miguel del Monte, vivió en Ranchos, en Cañuelas y murió en General Belgrano.

Lo veo al “Ñato”, bajo y ancho de cuerpo, sentado en una silla justo en el medio de la pista de arena, rodeado en círculo por varias filas de personas expectantes, de una ciudad cualquiera de la provincia de Buenos Aires, donde le convino por algunos días anclar al circo de los cinco Hermanos Casali, allá por los años 30 del siglo pasado. En uno de sus tantos sonetos, casi que se pinta a si mismo, aunque ignoramos si es ficción o cierto que usaba un anillo como el descripto:

Le alcanzan la guitarra, es pujante

el claro y simple bordonear nochero,

y en el dedo anular del guitarrero

viborean las luces de un brillante.

Tiene dos rumbos, tono y dominante,

Y en cuanto suelta el verso forastero,

Le da el chambergo calor de alero.

Para las coplas del amor distante.

Bronco tremar de cuarta, quinta y sexta

Hacen amargo el vino de fiesta

Cuando el trovero estira su querella...

Más, al puntear de nuevo, se han prendido

En el dedo anular del dolorido.

Un arco azul de luna y una estrella.

Lo primero en llamar mi atención fue su nombre, Afner. Nunca lo había escuchado. Finalmente, preguntando hallé coincidencias que posiblemente sea de origen hebreo y se escriba con hache y dos efes, debería pronunciarse “Jafner”.

Nació en Monte, la ciudad de la laguna, pero antes de cumplir el año sus padres se mudaron a Ranchos, declarada ciudad en 1972, distante 118 Km de la Capital Federal y con una población de 7333 habitantes, según censo del año 2001. Desde que era apenas un poblado algo debe haber tenido para atraer a la música y al tango en particular, pues como el propio Afner cuenta en su libro de memorias: «En el año 1906, y a principios del otoño, fue en Ranchos donde debuté con un trío que había formado yo, con Francisco Canaro en violín, Martín Arrevillaga en mandolín y Rodolfo Duclós en guitarra».

Y años más tarde, coinciden en esa localidad la orquesta de Roberto Firpo con Pedro Maffia en algún almacén o tablado cualquiera. Mientras, en un lugar vecino, Carlos Gardel y José Razzano, con el guitarrista José Ricardo hacían lo suyo.

Afner comenzó a estudiar guitarra con una profesora de la zona, su nombre María Luisa Villanueva de Ramírez y, de inmediato, se apasiona por el instrumento.

A comienzos de los años 30 se une a un amigo del pueblo y salen de recorrida, se presentan donde podían, hasta llegar a Buenos Aires con algo de fama ganada, pues tienen calidad interpretativa. Su compañero es Agustín Ferré, guitarrero pero también baterista. «En una oportunidad visitan a un baluarte del instrumento, Alberto Diana Lavalle. Fue dúo de guitarras y también Afner acompañado por la batería del amigo. Impresionaron muy bien y el señor Lavalle les ofreció actuar en una emisora porteña, Gatti como solista y Ferré integrando con su batería una orquesta de jazz. Pero ninguno de los dos aceptó a raíz de reconocer su total falta de puntualidad en eso de cumplir con contratos.» (del libro “Ranchos, sus hijos y sus amigos. Relatos anecdóticos”, por Carlos Pablo Bona, periodista e íntimo amigo de Gatti).

Luego, viene lo del circo Hermanos Casali y sigue el rumbo por los pueblos. Hasta que lo abandona en compañía de uno de los hermanos, “Canuto” Casali. En octubre de 1944, contrae matrimonio con una buena cancionista de su pueblo de adopción, Isidora Agustina Porcel de Peralta, “Chona”. Viven en el lugar un tiempo para después establecerse, durante casi tres décadas, en la ciudad de Cañuelas y terminar en General Belgrano, los últimos veinte años de su vida, en la casita de la calle Posadas 696. Ya jubilado, dicto clases a jóvenes. Con su esposa recorrieron dos veces casi todo el país y parte de Chile. A dúo cantaban folclore, él con su voz chiquita y como metida para adentro. Cuando ejecutaba su guitarra, el repertorio era clásico y con algunos aires flamencos.

 


Absoluto autodidacta, pues apenas terminó la escuela primaria, nunca dejó de leer, «hasta el canto del papel», expresó alguien. «Y está con la guitarra a cuestas desde que se levanta». Tenía gran facilidad para versificar y para que sus improvisaciones no se extraviasen, publicó sencillos librillos que se vendían por pocos centavos, fueron unos veinte. El primero lo tituló: “Versos en papel de astrasa”.

Adquirió conocimientos de contrapunto y armonía y la perfección la buscaba en cada lugar nuevo que visitaba. Preguntaba por un profesor de música y así practicaba y se formaba.

Tenía muchas particularidades, una de ellas era cantar en versos pampeanos el argumento de “Divina Comedia” del Dante. Al terminar su actuación, se lo hacía saber al público que lo aplaudía aún más. Cuando le preguntaban por qué lo hacía respondía: «Para que la gente lo conozca y lo aprenda».

Agnóstico como fue gran parte de su vida, se volcó a la religión. También buscaba al cura de cada pueblo para conversar con él, porque así obtenía información del lugar visitado, además de entablar y ganar una amistad nueva. Si bien leía mucho no fue de formar biblioteca particular: «Hay que hacer rodar los libros porque si no quedan muertos».

En sus recorridas se hizo amigo de Eduardo Falú y de los padres de los que luego fueron “Los Indios Tacunau”. A Buenos Aires no se adaptó, pero tuvo tiempo de ser socio fundador de SADAIC y trabar amistad con el reconocido maestro Abel Fleury, a quien acompañó en varios programas radiales y también, con su colega José Canet.

Registró en SADAIC 54 temas, pero fueron muy pocos los que se grabaron. Bohemio impenitente como era, le alcanzaba con muy poco para vivir y no anduvo mostrando lo suyo para que le grabaran discos, pero algunos llegaron, y otros, aunque sin figurar su nombre, también le pertenecen. Son suyos y cuando le reprochaban, respondía que al menos debía ganarse el café con leche.

Sus temas grabados fueron: el tango “Serpentinas de esperanza”, con música de Canet, por Miguel Caló con Carlos Dante (1935); Ángel D’Agostino con Ángel Vargas (1945) y Fernando Díaz con guitarras (1935). “La pialada”, milonga con Domingo Plateroti (según Alejandro Iena fue compuesta por Raúl Ibarrolaza), por Los Indios Tacunau. “Ranchera de los perros”, con Silvio Di Pascal, por Rafael Rossi en 1973.

También vecinos y familiares afirman que otro tango suyo, “Madrigal”, estuvo en el repertorio de Gardel aunque sin llegar al disco. Y el director del diario “Aquí Ranchos” aseguró haber tenido no sólo la partitura con la foto del cantor si no, además, un acetato. Pero salvo quien lo dijo nadie pudo confirmar esto último.

Además de los nombrados, colaboraron con él José Luis Anastasio (verdadero nombre del cantor Carlos Mayel -quien actuó con Osvaldo Fresedo) en “Leyenda sureña”; Marcos Casali, “Canuto”, en “La caravana pasa”; Enrique Barcia en “La de los novios” y su amigo Ricardo Ibarraolaza, autor del "Himno a General Belgrano", con quien ganó —entre mil postulantes— el Premio Nacional PAMI con el tango “Domingo al sol”.

Alguien me dijo en voz baja: «Esto es confidencial. Pero puede publicarse. Murió de tristeza, como las calandrias, porque cuando enfermó le quitaron la guitarra. La vendieron para poder construirle su tumba. Su esposa lo sobrevivió diez años». En el año 2009, declararán su tumba como Monumento Histórico Cultural de General Belgrano.

Otro de sus grandes amigos, Domingo Bordegaray, dijo: «El Ñato con su guitarra cantó en árabe el “Capricho” de Tárraga, retozó en “Un momento” de Alais y había llorado en “Una lágrima” interpretada por Sagreras».

Mi agradecimiento a María Susana Gatti, sobrina de Afner, hija de su hermano Efraín; a María Esther Rubiera, sobrina de Chona; a Alejandro Iena, periodista del diario El Sur, de General Belgrano; a Ana Belén Martín, una de las responsables del área de turismo de la Municipalidad de General Paz (Ranchos) y, en la persona del señor Amarante, a todos los vecinos de Ranchos y General Belgrano que, con todo cariño, aportaron datos y documentos para éste homenaje.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Rubén Garello nacía hace 93 años.

 

Letrista.


Inspirado y fino poeta, ha volcado su palabra sentida y de clara raigambre popular a la lírica tanguística en obras llevadas al disco por Aníbal Troilo, Roberto Goyeneche, Floreal Ruiz, Rubén Juárez, Roberto Rufino, Hernán Salinas, Nelly Vázquez, Julia Sandoval, Rosanna Falasca, Patricia Vel y otros destacados intérpretes. Su manera poética para cantar está exactamente reflejada en tangos como “Dice mi guitarra” o “Llevo tu misterio”.


Nació en Chacabuco, Provincia de Buenos Aires donde pasó los primeros años de adolescente y estudiante.


Compuso su primer cantable “Qué solo estás corazón” en 1955. Le siguieron “Trasnoche de ilusión”, “Empinao”, “Hoy estás aquí”, “Con las pocas palabras”, “Un hombre al fin”, “Todo es cruel”, “Este bandoneón”, “Todo es un berretín de tome y traiga”, “Soñar por la ciudad”, “Buenos Aires conoce”, entre otros, todos musicalizados por su hermano Raúl


Que feliz idea la de su hermano, el maestro Raúl Garello, de publicar un libro con la obra de Rubén, “Bolsillos Azules”, de Editorial Corregidor. Contó para ello, con la colaboración de su hija Martina, quien hizo una recopilación prolija y minuciosa de este gran poeta contemporáneo. Tuve el honor de escribir su prólogo, que adapté para esta sencilla pero sentida semblanza.


Fue uno de los tantos hombres llegados del interior a la gran ciudad —como Homero Expósito, como Homero Manzi—, que se enamoraron de sus calles y de su gente y que plasmaron en versos, el sentimiento inspirador de la urbe. Se sumó a una serie de poetas que buscaban en el tango su forma expresiva, como Héctor Negro, Eladia Blázquez o Mario Iaquinandi.


Solitarios personajes que rastrean la felicidad por las calles, los cafés, los hoteles. Peatones que buscan el amor que, al fin, es la mayor necesidad humana. Angustiados peregrinos que enjugan una lágrima con un vaso de vino, sin perder la esperanza del regreso.


“Hoy ya no es ayer/se perdió su voz./Tal vez en algún bar/la vuelva a ver.”


Y siempre está la ciudad, como una constante que ha atrapado al poeta, que no disimula su metejón.


“Refugio de mis largas madrugadas/abrigo de mi verso y de mi sino./Su cielo de gorrión, su luna triste/son cosas que también viven conmigo.”


En la poesía de Rubén Garello, aflora la necesidad de la luz alumbrando la belleza. Y se advierte en los versos de este libro, la inspiración constante de un poeta que no cesaba de obsequiar sus estrofas en las que la amargura se estrelló con su contracara, en las que se afirma la posibilidad de iniciar un camino mejor:


«Puede ser, que hoy estés/ensombrecido de desolación, buscando a veces otra solución/sin ver que en vos está la única verdad.»


En la compilación de su obra están las canciones de Rubén Garello, que aún despojadas de las bellas músicas de Raúl, no se destiñen. Y además de este repertorio, en muchos casos favorecido por un éxito merecido, se dan a conocer poesías que no estuvieron acompañadas de pentagramas, en un alarde emotivo y profundo que nos muestra otra faz de la obra de Rubén Garello, pensada sólo para el camino oral que recorremos con deleite y que nos llega desde “bolsillos azules” al corazón.


Esta muestra de amor es el rescate de la poesía de Rubén, que se fue cuando tenía por decir, pero que se queda gracias a lo que afortunadamente dijo.

El 13 de septiembre de 1989 partió a la Vida Real.

martes, 5 de noviembre de 2024

Homero Expósito nacía hace 106 años.

 



La poesía del tango, que es probablemente la única manifestación musical popular de nuestro tiempo con letra formalmente argumentada, tiene sus precisas e ineludibles reglas de juego, de las que no es posible apartarse sin riesgo de incurrir en inautenticidad o desvirtuación de su definido e inconfundible carácter. Tales reglas de juego conforman una temática y una sensibilidad temperamental, inalienablemente propias del tango rioplatense.


No se trata, claro está, de estrictos cánones convencionalmente establecidos, los que habrán de conferirle fisonomía característica a la creación poética del tango. Las letras encierran breves relatos versificados, preferentemente sentimentales, nostálgicos o evocativos, dentro de un marco ambiental costumbrista. E incluso a veces, picaresco o risueñamente humorístico.


Pero estructurados originariamente para ser acoplados a la música del tango. Y para ningún otro género musical popular que no sea el tango. Porque inversamente, cuando a la música del tango se le pretende adaptar una composición poética standard, de esas que encajan indistintamente en cualquier género musical popular sin identificar a ninguno, nos encontramos lisa y llanamente, con que el pretendido tango deja de serlo. Y de ahí, pues, que siguen predominando con vigencia inalterable los clásicos repertorios poéticos del tango canción, que alcanzaron encumbrada celebridad entre los años veinte y los años cuarenta.


Ante tan peculiar y rigurosa preceptiva poética como la enunciada, nada mejor que aceptar que son muy pocos los auténticos creadores dentro de la composición literaria del tango. Desde luego, muchísimos menos son los nombres fundamentales de la poesía, que los de la música.


Observemos que esa ortodoxia formal que parecieran imponer las reglas de juego antes referidas, admite la natural renovación de formas de expresión y de enfoques conceptuales con proyecciones de incuestionable jerarquía literaria. Es decir que el tratamiento de una temática permanente e inamovible —la nostalgia en primer término la reflexión resignada frente al fracaso o al desencanto, la actitud desgarradora teñida de sereno escepticismo— que es premisa sustancial, abre definidas perspectivas estéticas en la dimensión poética de la letra del tango. Y por esa búsqueda de una versificación más literariamente depurada, transitaron consagratoriamente José González Castillo, Enrique Cadícamo, Francisco García Jiménez, Héctor Blomberg, Cátulo Castillo, Homero Manzi y José María Contursi. Y ese proceso de superación poética del tango, a nuestro juicio culmina con Homero Expósito. El más original, el más importante y el más representativo de los poetas del tango, a partir de la brillante generación del cuarenta. Y para siempre.


Orientó Homero Expósito su inventiva literaria consagrada a la canción popular, en la confluencia de dos actitudes poéticas temperamentalmente opuestas, pero igualmente admirables: el romanticismo nostálgico y evocativo de Homero Manzi, y el grotesco dramatismo sarcástico de Enrique Santos Discépolo. De tan sutil combinación estilística y temática sin proponérselo, logró Expósito definir una novedosa y originalísima modalidad de interpretación para la letra del tango.


Siempre en la búsqueda de una mayor dimensión poética, impuso una novedosa renovación formal de expresión, utilizando con singular destreza la técnica del verso libre. Y logrando además enfoques conceptuales de marcado vuelo literario. Pero, invariablemente se ha dicho, sobre la temática permanente, inalterable e inamovible —insistimos— que hace a la esencia propia del tango.


Las letras de Homero Expósito aparecen fuertemente atraídas por la versificación idiomática refinada.... Y corrobora esta observación, aquel distingo que hemos formulado reiteradamente entre el simple versificador o letrista que escribe exclusivamente para el acople de la música, y el poeta, cabalmente poeta, que escribe bellos poemas para ser leídos y también para ser cantados. Es esta la exacta ubicación de la labor literaria de Homero Expósito en el tango.


Convengamos, desde ya, que la letra del tango es esencialmente elegíaca, es decir la composición poética de género lírico y asunto decididamente triste.


Es el canto al bien perdido. Por eso con tanto acierto observa José Gobello que «el tango no se ha hecho para cantar lo que se tiene, sino lo que se ha perdido». Y por eso además, es sentimental y nostálgico. Que son las dos notas configurativas de su argumentación permanente. Si inversamente, por mero espíritu de renovación fuera alterado ese inamovible presupuesto temperamental del tango se caería inevitablemente en la desvirtuación del mismo. De ahí la elogiable autenticidad de la poesía argumental de Homero Expósito, definitivamente elegíaca.


Con su inagotable inspiración poética, ha logrado Expósito el encanto de revertir con evolucionado y original sentido literario algunos de los personajes, de las situaciones, de las circunstancias, de las leyendas, que hacen a la temática del tango. Es indudable que las expresiones artísticas son bellamente valiosas por su intrínseco contenido estético, pero con prescindencia absoluta del transcurso inexorable del calendario, que de ninguna manera puede ser la medida para la vigencia o la caducidad de determinadas manifestaciones de la inspiración creadora.


Consecuente con lo expresado en cuanto al carácter del contenido de la letra del tango, Homero Expósito incursionó en los temas arraigadamente consagrados, que le confirieron personalidad inconfundible a nuestra canción ciudadana. Así, por ejemplo, el drama aquel de la humilde muchacha de barrio que dio el mal paso, y que Samuel Linnig inmortalizó en los sentidos versos de “Milonguita (Esthercita)” y “Melenita de oro”, erigiéndola en heroína del tango, es recreado veinte años después por Expósito en “Percal”. Tal vez con otros nombres y otras influencias sociales, impecablemente revestida de renovada elegancia literaria.


Otro de los aspectos fundamentales que la obra de Homero Expósito aporta a la literatura de nuestra música popular, es su contundente aptitud de síntesis. Admirable aptitud de síntesis como sería exacto calificar. Esa aptitud de síntesis que tanto admiraba Enrique Discépolo, y no se cansaba de ponderar el acierto impecable aquel del tango “Percal”, en que todo lo expresan aquellos dos apretados versos que dicen: «te fuiste de tu casa / tal vez nos enteramos mal...». O cuando resume con natural simplicidad aquello de «Pobre piba, por tu error / ya hay muchos tangos». «Cómo me gustarían esas admirables observaciones de Expósito, para alguna de mis letras», expresaba Discépolo con emotiva sinceridad.


También algo revolucionariamente innovador en Homero Expósito, lo constituye el manejo de la metáfora. Entendiendo por metáfora la figura retórica por la cual se traslada o transporta el sentido de una palabra o de una frase a otra imagen mediante una elaborada comparación imaginativa. En la metáfora de vanguardia habría una inocultable raigambre lorquiana, tan frecuente en Homero Expósito. Acierto incuestionable en la tanguística de nuestro poeta, imágenes tan felices como «malevo que olvidaste en los boliches / los anhelos de tu vieja».


El 5 de noviembre de 1918 nació Homero Aldo Expósito en Campana, provincia de Buenos Aires. Hijo de Don Manuel Expósito. Un respetado y prestigioso comerciante de Zárate (ciudad cercana Campana y a la ciudad de Buenos Aires) que jamás ocultó, con su proverbial dignidad, que había nacido anónimamente en la Casa de Niños Expósitos, de la calle Montes de Oca en la ciudad de Buenos Aires. Allí comienza recién el árbol genealógico de los Expósito y el origen de su apellido.


Homero nació en Campana, en la casa de su abuela materna. Pero ya los Expósito estaban estrechamente arraigados al terruño. Tan es así que Homero siempre decía «soy un zarateño nacido en Campana».


Vivió la infancia en Zárate, donde cursó íntegramente la escuela primaria. A los seis años de Homero nació un hermanito, que se llamó Virgilio Hugo. Siempre juntos los dos hermanos en la historia del tango y de la vida. Juntos siempre anduvieron entre yuyos, cielo y verano. De esa unión fraternal provienen las inspiradas metáforas de “Naranjo en flor”, de “Farol”, de “Oro falso”, “Pobre piba”. Después nació otro Expósito. El tercero y último, que se llamó Luis María. Sin vocación literaria ni musical. Otro destino.


Entre rebeldías, rabonas, indisciplina escolar terminó Homero la primaria. Traía tal vez en la sangre su irrefrenable vocación cultural. Decía ya en plena celebridad autoral que «nadie puede escribir un tango si no sabe escribir un soneto».


Don Manuel Expósito humilde y honrado padecía el orgullo de la cultura, del conocimiento literario, del conocimiento histórico. Además de su próspero negocio de repostería y confitería, sabía el idioma inglés, taquigrafía, dactilografía y lecturas filosóficas densamente asimiladas. Dejando a un lado su declarada vocación anticlerical, decidió que Homero ingresara al prestigioso Colegio San José de Buenos Aires. Pupilo ejemplar durante los cinco años de su bachillerato, ordenó totalmente su conducta intelectual. Fue luego cadete del liceo militar. Y su ingreso a la Facultad de Filosofía y Letras, su gran vocación, cuya graduación interrumpió y reanudó muchas veces, abocado siempre a la impostergable necesidad de subsistir.


Las disciplinas culturales de su preferencia encontraron en Homero Expósito al estudioso despreocupado de toda consagración doctoral.


Cursó los ciclos universitarios a través de sucesivos abandonos y reanudaciones de los estudios superiores, hasta su muy próxima graduación. Logró una sólida cultura filosófica y literaria que siguió acrecentando permanentemente en su afán insobornable por las lecturas bien escogidas. Crítico erudito y ponderado, compartieron sus preferencias con equilibrado eclecticismo, los clásicos griegos y latinos, con las modernas corrientes literarias. Además el buen teatro fue inquietud apasionante desde su primera infancia. Fue organizador, director y actor de numerosas iniciativas de valor artístico en difundidos cuadros de teatro vocacional.


Llegó al tango con una sólida preparación literaria, que le permitió el tratamiento deivo de sus sólidos argumentos con admirable claridad anecdótica. Confesaba que le preocupó siempre el cuidado del lenguaje, logrando libertad absoluta en el empleo de las licencias idiomáticas del léxico corriente necesario. Decía que el impresionismo había invadido todas las formas de expresión, y no había motivo para que la letra del tango fuese una excepción.


Todo está comprendido en el padrón autoral de Homero Expósito. Todo. Desde la descripción del compadrón de “Te llaman malevo”, o la exquisitez poética de “Margo” y “Flor de lino”. Y desde la imagen temperamental de la gran ciudad enfocada desde la descripción estupenda de “Tristezas de la calle Corrientes”.


Viajando una vez en tren desde Zárate a Buenos Aires, Chupita Stamponi le propuso vincularlo al núcleo de jóvenes músicos ya consagrados en la orquesta de Miguel Caló. Así fue que con Enrique Francini, Armando Pontier, Domingo Federico, Osmar Maderna, Héctor Stamponi, su introductor, y su inseparable hermano espiritual Virgilio Hugo, alcanzó Homero una gran coincidencia creativa a través de formas concionísticas novedosas, y de incuestionable concepción renovadora del tango. Bien entendido, dentro de la temática y del temperamento invariablemente propios de nuestro tango, que caracteriza la fecunda obra de realización de la brillante promoción generacional del cuarenta.


Se inició Homero Expósito en la creación autoral hacia 1938. Su primer tango compuesto en colaboración musical con su hermano Virgilio Hugo Expósito, titulado Rodando, fue estrenado, sin ninguna trascendencia, por Libertad Lamarque en Radio Belgrano, acompañada por la orquesta de Mario Maurano.


La coincidencia creativa entre Homero y Virgilio Expósito, alcanza a todo un repertorio, originariamente compartido, y de vigencia permanente entre los más selectos del tango canción. Luego de aquel intrascendente “Rodando” del debut autoral, surge “Farol”. Y sucesivamente títulos que alcanzaron desde su presentación un lugar prominente en el género.


Virgilio Hugo Expósito es un brillante músico integral del tango. Pianista, inspirado compositor, director de orquesta, orquestador instrumental de brillante trayectoria. Debe reconocerse que a la labor de los hermanos Expósito debe la historia del tango uno de sus capítulos más interesantes y de permanente actualidad.


Algunos títulos fundamentales son “Naranjo en flor”, “Absurdo”, “Maquillaje”, “Chau no va más”, lo último que escribieron juntos. “Percal”, “Yuyo verde”, “Tristezas de la calle Corrientes”, “Al compás del corazón (Late un corazón)” (con música del bandoneonista Domingo Federico); con Armando Pontier “Trenzas”; con Héctor Stamponi “Flor de lino” (vals), “Qué me van a hablar de amor”. Con Enrique Francini “Ese muchacho Troilo”. Con Aníbal Troilo “Te llaman malevo”. Con Argentino Galván “Cafetín”, “Esta noche estoy de tangos”. Con Atilio Stampone “Afiches” y con Osmar Maderna “Pequeña” (vals).


Una de las más notorias excentricidades juveniles de Homero, siguiendo posiblemente la trayectoria comercial de su padre, fue hacerse bolichero. Instaló en el centro de Zárate un pequeño restaurante de menús selectos y legítimos vinos importados. Lo de Homero se denominó. Rotundo fracaso financiero a corto plazo. Concurrían los numerosos amigos a comer y a beber generosamente gratis, como en su casa, sin la menor intención de pagar. Y también los amigos de los amigos, provistos de igual caradurismo. Pensó Homero que la señalada falla comercial, se debía a la proximidad de sus amistades justamente en Zárate. Decidió cambiar de territorio. Se instaló en Mar del Plata (ciudad balnearia a 400 km de Buenos Aires). Exactamente en Punta Mogotes, en la esquina de las calles Falucho y Jujuy. El Sibarita se llamaba ahora, con una denominación más ambiciosa. Y una mayor catástrofe económica que la de Zárate. Siempre la legión de amigos gratis. No podía seguir. Se fundió. Perdió todo lo que tenía. Y quedó endeudado. Resolvió entonces poner fin a su descabellada aventura gastronómica. ¡Nunca más comerciante!


Liberado totalmente de su desafortunada aventura gastronómica, decidió Homero dedicarse a la atención de su repertorio autoral, que requiere una permanente vigilancia, más aún en pleno apogeo, en el momento más intenso de difusión en los años cuarenta. Ello implicaba viajar permanentemente de día y de noche, de Zárate a Buenos Aires, y de Buenos Aires a Zárate. Ya sea en tren, o en un antiquísimo automóvil en estado lamentable, sin capota, que cuando llovía manejaba Homero con una sola mano, sosteniendo con la otra un desteñido paraguas abierto para no mojarse. Todo esto con increíble naturalidad. Una tarde lo encontré muy fastidiado con Paco García Jiménez —siempre tan solemne— porque no le había aceptado a Homero subir al carruaje...


Cuando D. Manuel Expósito decide en 1945 vender su acreditada confitería de Zárate, Homero cada vez más saturado del trajín de los viajes, se radica definitivamente en Buenos Aires. Ahora consagrado a lo suyo, a la difusión de su exitoso repertorio. E ingresa en los círculos directivos de SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores). Se incorpora a los grupos juveniles de autores liderados por el vigoroso talento de Homero Manzi, para remover y modernizar la vetusta estructura de la vieja sociedad. Diría entonces Expósito «zarateño nacido en Campana y definitivamente aquerenciado en Buenos Aires para la actividad autoral». Se trata de desplazar a los jerarcas de la hasta entonces administración canarista, aparentemente imposible de ser eliminada. Dura lucha que propicia lisa y llanamente la eliminación de Francisco Canaro para acceder a una nueva presidencia de SADAIC. Inmensa tarea, pero gran unidad entre las generaciones juveniles de autores y compositores. Y llega el momento de asumir la conducción autoral con definitivos criterios de una total renovación.


Integra Homero Expósito como tesorero, prestigiosos directorios en los años cincuenta. Como aquel presidido por Cátulo Castillo, con Julio De Caro, José María Contursi, Juan José Guichandut, Pepe Razzano, Manuel Parada, Ciriaco Ortiz, Vicente Demarco, Aníbal Troilo, Homero Expósito, Virgilio San Clemente y Armando Baliotti.


Transcurren años de intensa labor organizativa en SADAIC. Pero por diferencias tan frecuentes en el mundillo interno de los autores musicales, renuncia Expósito a la tesorería del directorio de SADAIC.


Y emprende de inmediato un postergado viaje a Europa. Anda, recorre, conoce, aprende, acrecienta su gran ilustración cultural. Europa. España, Francia. Nos encontramos en París. Compartimos días y noches interminables e inolvidables, guiados por el refinado conocimiento parisiense de Panchito Cao y Héctor Grané.


Definitivamente alejado de la actividad autoral, y del permanente patrocinio de su repertorio en presencia de los intérpretes creadores que elaboraran la celebridad de cuanto compuso talentosamente Homero Expósito, no se apartaba ya virtualmente de las inmediaciones de su amable departamento céntrico de la calle Lavalle, a una cuadra de SADAIC. Eludía encuentros callejeros, y motivos de evocación de toda una vida brillantemente consagrada a la música popular de la ciudad. Se fue apagando tenuemente la silueta vigorosa y comunicativa del poeta siempre querido y admirado.


Convengamos en admitir que la producción autoral de Homero Expósito conforma todo un ciclo de brillante e inspirada creatividad en la poesía del tango. Su forma de composición no tuvo continuadores. Contraste profundo acaso, con los músicos del tango, cuyas influencias estilísticas se han sucedido en todas las modalidades y en todas las épocas de su evolución. La inimitable originalidad de Homero Expósito constituye así un curioso fenómeno que contribuye a resaltar con más nítidos perfiles la sobresaliente personalidad creadora de este excepcional poeta popular de la ciudad, a quien nos atrevemos a considerar el gran poeta del tango.


Un día cualquiera, el 23 de septiembre de 1987, se nos fue Mimo Expósito, como cariñosamente le decíamos sus amigos. Mimo Expósito, el imaginativo poeta de «un arco de violín / clavado en un gorrión», se marchó en silencio. Lo mismo que Margo, la sufrida heroína de su bello poema, «sin canción y sin fe».


Originalmente publicado en la revista Tango y Lunfardo, Nº 74, Chivilcoy 12 de mayo de 1992.

lunes, 4 de noviembre de 2024

La celebrada poetisa Marta Pizzo celebra su cumpleaños.

La letrista y compositora junto a nuestro secretario general, Juan Imperial.

 Su poesía transita por las profundidades a veces insondables de los sentimientos humanos. Con metáforas simples y cotidianas va pintando paisajes que habitan exclusivamente en los recuerdos y nostalgias de las cosas que nos han pasado y que ya creemos perdidas.


En una de sus letras, para mí de las más bellas y logradas, “A dúo con la vida”, ensaya una resistencia a la resignación y un aliento a la vocación musical y poética: «Quizás por un milagro tan precoz, andamos musiqueros por la vida».


El barrio y sus personajes forman parte de su poética, donde una cuota de humor se cuela a veces enredada en su melancolía, como en su milonga “Dorita, la portera”: «Siempre te tiende la mano cuando la necesitás pero, tirá un papelito y de su temple sabrás».


Me resulta interesante cuando escribe como si fuera el varón de una historia de amor, como por ejemplo en “Magia de malvón”: «Fuiste compañera en la agonía en noches de grillos y pasión, tiempos de aventuras y metejón, locura y sin razón que están dentro de mí».


En 1994, participó de la fundación de la Asociación Literaria La Besana, que tiene por objeto promover la lectura, dictar cursos y la edición y difusión de la obra de sus participantes, entre otras actividades relacionadas con la literatura y que opera en La Matanza, Provincia de Buenos Aires.


Descolló con su trabajo en los talleres literarios de los Centros Culturales Barriales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.


Como letrista de tango, contó con la colaboración de importantes músicos, entre ellos Quique Rassetto, Emilio de la Peña, Daniel García (Danga), Raúl Luzzi, Ariel Ascheri, Rodrigo Flores y Oscar Pometti.


Su tango “A mi calle”, fue seleccionado en el Certamen Tangos Inéditos Enrique Discépolo (1998), además, obtuvo el Primer Premio en el XII Certamen de Tangos Hugo Del Carril (2004) por el ya mencionado, “Magia de malvón”, ambos con música del maestro Quique Rassetto.


En 2006, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires le otorgó un reconocimiento «por su invalorable aporte a la Cultura Nacional y Popular».


En 2007 y 2008, participó en la organización y como jurado en el Concurso de Letras de Tango del Festival Internacional Patagonia y Tango de Bariloche.


Con su pluma, participó en ocho antologías: Estampas de un Tiempo Nuevo, Semillas de Violetas Cautivas y Manantial de los Espejos, (La Besana); Palabras Urgentes, (Editorial Dunken); Más de 100 Tangos Nuevos, (Letrango), Los Chicos de Floresta - Sucesos 2001, (Asamblea Barrial de Floresta), Relatos para Leer sin Prisa y con Pausa, (Radio de la Ciudad), y Alma de Tango, Pasiones Encontradas, editado junto al poeta catalán Ángel M. González Carazo y la artista plástica Alejandra Díaz Goberna.


En agosto de 2007 presentó su libro Puerto Palabras y al año siguiente, ganó el primer premio, en el concurso Por una Argentina que Cante, organizado por SADAIC, con el tango “Cada espera es un adiós” y fue mención de honor en el Certamen Hugo del Carril por el tango “Un viento azul”.


En enero de 2009, se estrenó en la ciudad de Bariloche el musical Herencia Tanguera, cuyo tema principal —que lleva el nombre de la obra— le pertenece, con música de Ariel Ascheri. Luego en esa misma ciudad, en marzo, participó de un Encuentro de Poetas dentro del marco de la Octava Cumbre Mundial de Tango.


En 2022 fue reconocida con la Distinción Leopoldo Marechal, en el salón Juan Domingo Perón de la Legislatura Porteña, premio entregado por el secretario general de U.A.C.D.R.A. y la Agrupación Enrique Dizeo, Juan Imperial.